Los símbolos de poder se refieren a objetos que representan en sí mismo el poder que ostentan quien los posee. Desde el anillo del pescador Papal pasando por las regalías de las casas reales, bandas presidenciales, condecoraciones, medallas etc. todas insignias representativas de la autoridad y en consecuencia tiene una intrínseca solemnidad en su uso y van ligadas a profundas tradiciones históricas y simbólicas.
El caso venezolano no es excepción aunque para una República tan marcadamente presidencialista, sus definiciones, tradiciones y usos no son tan elaborados o con raíces históricas tan profundas, de hecho a diferencia de otros países no existe una ley o decreto que las defina y reúna como tal, ni poseen mención alguna en la Constitución Nacional. En consecuencia, hay que encontrar por separado referencias legales de lo que se pudiera definir como insignias presidenciales, solamente la banda presidencial es oficialmente un símbolo del poder, quedando sin sustento legal que los reconozca como tal el Collar de la Llave del Arca, El Bastón de Mando y el Gran Collar de la Orden del Libertador aunque igual se les reconozca y distinga como insignias de la Presidencia.
Aunado a lo anterior, es menester resaltar lo tardío y precario de la reglamentación entorno a ellos, por ejemplo, la Banda Presidencial como símbolo fue introducida por primera vez en el primer mandato de José Antonio Páez en 1829 pero no sería hasta 1942 cuando Isaías Medina Angarita decretó a través de 3 simples artículos su “oficialización” como insignia del Poder Ejecutivo Federal y que debía transmitirse de gobernante a gobernante en la Ceremonia de investidura. La explicación de este reconocimiento tardío esta probablemente relacionada al hecho fáctico de que pocas veces Venezuela antes de 1942 gozaras de sucesiones de mando civilizadas que permitieran hacer del traspaso de la banda un símbolo de alternabilidad del poder.
El decreto en cuestión establece que la Banda con los colores nacionales tendrá 180 milímetros de ancho, llevará bordado en su centro, verticalmente, el Escudo de Armas de la República en sus respectivos colores y terminado en el lado izquierdo en una roseta con los mismos colores nacionales, de la cual penderán dos borlas de hilo de oro. En cuanto a su uso se decretó que quedaba restringido a cualquier “acto oficial de solemnidad” dejando exageradamente abierto la interpretación de ello, con la consecuencia inmediata de que no existe práctica o tradición que haya perdurado en el tiempo más allá de la celebración del 5 de Julio, la rendición de cuentas anuales y obviamente la ceremonia de investidura.
El siguiente objeto interpretable como símbolo de poder es el casi místico Collar de la Llave del Arca. Con ocasión de los preparativos para la celebración del primer centenario de la independencia el Presidente Juan Vicente Gómez el 16 de enero de 1910 convocó un concurso público para el diseño y construcción de un Arca en donde reposara el libro original de Actas del Congreso de 1811 contentiva a su vez de la Declaración de Independencia. El diseño ganador fue el de la firma Hermanos Gathmann, afamados joyeros caraqueños aunque de origen alemán con una sólida trayectoria y encargados también de fabricar las condecoraciones de la época.
Un imponente Cofre exterior de mármol y broce rematado con un busto del Libertador, posee en su interior el arca de plata con el Libro de Actas, al que se accedía a través de dos puertas en la parte superior cerradas con una elaborada llave con las Armas de Caracas. Conjuntamente con el Libro de Actas, el arca a su vez contenía un pequeño cofre con la llave del sarcófago del Libertador en el Panteón Nacional. El diseño total del conjunto era tan extraordinario que J.V. Gómez solicito a los joyeros prender la llave de un collar para revestir de mayor solemnidad su apertura.
Siguiendo la instrucción, los joyeros diseñaron el collar de forma tal que la llave quedara pendiente directamente de un medallón en cuyo centro se encuentra en relieve el Busto del Libertador. Este Medallón, a su vez, pende de dos cadenas que lo fijan por los extremos superiores al Collar, en cuyo centro va el Escudo de Venezuela y en sus partes laterales del frente, seis rosetas rodeadas, cada una, de una palma de laurel y engastadas las dos primeras en topacios, las segundas en zafiros y las dos últimas en rubíes, formando así con estas piedras los colores nacionales.
Con todos los elementos finalizados y ubicado el Arca en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo el 3 de julio de 1911 se promulgo Ley sobre la Llave del Arca en donde se establece que la Llave estará en poder del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, y quien al resignar el mando, la entregará a su sucesor legal. Constituyéndose así en un símbolo presidencial.
Continuando el recorrido, toca el turno del Bastón de Mando. De los símbolos de Poder probablemente el más universal de todos, pues muy pocos artículos en la historia del humanidad han logrado trascender milenios con el mismo uso, desde la prehistoria pasando por la grandes civilizaciones hasta la modernidad y desde la rudimentarias varas hasta elaborados cetros, bastones o batutas se siguen reconociendo como símbolo de mando y poder.
Aunque sin un uso práctico más allá del mero simbolismo protocolar son muy pocas las presidencias nuestros continente que no la tengan y Venezuela no es la excepción, aunque también con marcadas particularidades. Normativamente hablando su uso no está reconocido como símbolo de poder presidencial a diferencia de la banda y el Collar de la Llave del Arca, pero ha estado presente históricamente y en la actualidad existe.
El uso militar actual está definido y bien reglamentado siendo ello es una clara herencia de los simbolismos y prácticas del ejército colonial español, pero en su uso como símbolo de autoridad civil, la herencia fue selectiva, pues a diferencia de España en donde su uso abarca Gobernadores, Alcaldes, Ediles, Magistrados y Jueces, en Venezuela no fue el caso.
La falta de una definición legal o protocolar para su uso presidencial no lo exime de su esencia, que no es más que un objeto representativo del poder, un elemento entregado a la autoridad civil en ejercicio de sus funciones a manera de insignias de su jerarquía como tanto otros, sin embargo y a pesar de la ausencia normativa, no hay duda de que el objeto está presente en el simbolismo actual aunque resultase válido cuestionarse si su existencia histórica escapa a lo meramente militar.
Basta hacer un simple arqueo iconográfico para darse cuenta que el bastón está ausente de la mayoría de representaciones de los Presidentes de Venezuela, y de los pocos casos todos son presidentes que a su vez eran militares con la única excepción de Andrés Narvarte presidente en 1835, primer presidente en retratarse con un bastón de mando.
El protocolo presidencial no solo esta guiado por decretos, también por la costumbre, y vale decir también por la idiosincrasia o los caprichos de cada gobernante, y la utilización del bastón de mando pareciera ubicarse en este último plano por los menos durante el siglo XIX. Para el caso de las presidencias contemporáneas y aunque desconocemos desde cuando, a los Presientes en acto separado a la transmisión de mando se le otorga el bastón por parte de la FFAA pero en su carácter de Comandante en Jefe por lo que es un símbolo de la esfera castrense y no del poder civil.
Seguidamente, queremos referirnos al Collar de la Orden del Libertador, pues es muy común tratarlo de símbolo de poder presidencial, y técnicamente es cuestionable. Desde su creación el Presidente fue concebido como Jefe de la Orden y en consecuencia le corresponde por derecho la insignia en su máximo grado, mismo que a su vez esta exclusivamente reservado para jefes de Estado y de Gobierno extranjeros y en consecuencia el Collar no pudiera ser considerado como un símbolo de poder presidencial venezolano. La otra distinción que lo separaría de esta categoría es que todo presidente contemporáneo de Venezuela ha poseído el Collar y lo siguen poseyendo con derecho de uso más allá del ejercicio de su presidencia, distinto a la banda o el Collar de la llave del Arca, que se traspasa no solo físicamente, sino además su derecho excluso de uso.
Finalmente y si bien este espacio está destinado a la Condecoraciones, Ordenes y Medallas de Venezuela es propicia la ocasión para resaltar piezas excepcionales de países bolivarianos, que por su valor histórico resaltan y que poseen un vínculo muy estrecho con Venezuela. Hablamos de la legendaria «Medalla del Libertador» símbolo de Poder de la Presidencia de Bolivia
En 1825, el Congreso de Bolivia (Alto Perú) encargo la pieza para homenajear al Libertador Simón Bolívar, al año siguiente el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, actuando como presidente de esa nación se la envía al Libertador, quien luego de agradecérsela promete devolverla a Bolivia a su muerte como legado de gratitud, y en efecto en 1833, don Juan Francisco Martín, albacea de Bolívar hizo entrega de la medalla a una comisión del Congreso de Bolivia que se trasladó hasta Jamaica para recogerla. En 1839 el presidente José Miguel de Velasco, decretó que la Medalla pasara a ser el símbolo presidencial
La descripción de la Medalla se puede obtener del mismo decreto de su creación: «El Gran Mariscal de Ayacucho, como el Encargado del mando de los departamentos de la República, mandará formar y presentar a S.E. el Libertador, una medalla de oro, tachonada de brillantes, del diámetro que juzgue más adecuado, para que, en el anverso de ella figure el cerro de Potosí, y al Libertador colocado al término de una escala formada de fusiles, espadas y banderas, en actitud de fijar sobre la cima de dicho cerro la gorra de la libertad, y en el reverso, entre una guirnalda de olivo y laurel, la siguiente inscripción: La República Bolívar agradecida al héroe cuyo nombre lleva»