Historia y Origenes
Dentro del amplio mundo de coleccionar objetos, artes o ciencias como la numismática y la filatelia ya eran bien conocidas, pero difícil era encontrar categorías separadas de objetos que si bien se podría relacionar no formaban estrictamente parte de esas aficiones, y este es el caso del arte de coleccionar y estudiar las ordenes, condecoraciones y medallas.
Hasta hace un par de años este campo no era mas que una sección de la numismática, pero su desarrollo independiente creó una separación y se origino una nueva ciencia, del ingles Phaleristic, que podríamos traducir probablemente por primera vez al español como Faleristia, seria la clasificación del arte o ciencia de coleccionar y estudiar las condecoraciones, ordenes y medallas.
Dentro del vocabulario de los dos grandes imperios de la civilización antigua, tanto el griego como el romano, la palabra “recompensa”, que da origen al sistema de premiación de sus respectivos ejércitos, existía: «tá fálára» en los helénicos y «phalera» en los romanos. Estos vocablos son los que etimológicamente dan origen a Faleristia.
Siendo esto así, la concepción de las condecoraciones son tan antiguas como los ejércitos mismos, y con su evolución, hacia lo propio sus respectivos sistemas de premiación, que originalmente solo abarcaba logros militares extraordinarios pero específicos, para luego ampliar su campo a otras acciones sobresalientes o más generales.
Este concepto de condecoraciones se limitaba a la pieza en si, es decir, no contemplaba nada más allá que el respeto por haberla obtenido, este no es el caso sin embargo de las Órdenes, que determinaban un Modus Vivendi para sus miembros, secretas o no, el pertenecer a una orden significaba estar sujeto a las reglas de la congregación, a códigos de conducta, a la cohesión entre sus miembros en fin un numero muy significativo de sacrificios personales en favor de la Orden, que a su vez representaba una devoción de beneficiar a la humanidad, que era a fin de cuentas el propósito de estas sociedades.
Durante el auge de las cruzadas en el siglo 11, se consolidaron 3 grandes ordenes (algunas de ellas ya antiguas para la época): Orden del Santo Sepulcro (1099) Orden de San John (1291) y Orden de los Templarios (1118). La aparición de estas con las cruzadas, permitió ubicar estas sociedades en los círculos de poder más importantes, situación que continuaría por otros siglos.
Con independencia de la suerte de las órdenes mencionadas, el concepto de estas sociedades se hizo muy atractivo, resultando en una proliferación de esa práctica que incluso hizo que las ordenes rivalizaran entre si. Con el pasar de los siglos, el poder concentrado por estas sociedades era tal, que se convirtieron en blanco de todo tipo de esfuerzos para reducir su poderío y asi se empezaron a constituir nuevas sociedades u ordenes seculares por parte de monarcas que no eran caballeros de las ordenes de índole religiosas pre- existentes.
Los esfuerzos arrojaron como fruto no solo la desaparición de las grandes órdenes sino la extinción de la práctica de estas sociedades como modus vivendi. Estas nuevas órdenes seculares fueron mucho más útiles para los monarcas, sobre todo en la era absolutista cuando casi todas las órdenes giraban en torno al monarca y su monarquía, y no en favor de la filantropía, o de metas religiosas, además que para sus miembros resultaba mucho mas cómodo ya que no tenían esa afiliación incondicional a la causa.
Estas nuevas características aceleraron la transformación del concepto de las órdenes, se empezó a darle importancia a la insignia de la orden como presea por los meritos en vez de su membresía.
Bajo este esquema aparecieron nuevas órdenes destinadas a premiar los meritos de los ciudadanos en favor de sus monarcas, el Reino de Sajonia por ejemplo instituyo la Orden de St. Henry en 1736, o la Orden al Merito de Prusia en 1740, ambas marcadamente militares y muy ligadas a la subjetividad del monarcas.
Otro paso importante en este recuento histórico, fue la introducción de una concepción más nacional y menos personal del monarca a la hora de otorgar estos reconocimientos, esto se logro gracias a la institución de Ordenes como la Legión de Honor de la Francia de Napoleón Bonaparte en 1802 o la legendaria Cruz de Hierro de la Alemania de Guillermo III en 1813, este paso fue decisivo en la configuración de la concepción actual de las ordenes y condecoraciones ya que incluso dejaba de ser una práctica casi exclusivamente militar.